Los colombianos vivieron una semana de intensa agitación política marcada por las controvertidas declaraciones del ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso ante la Fiscalía de la ciudad de Medellín.Durante tres días, Mancuso, que encabezó las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y sobre quien pesan casi 500 asesinatos, sacó a la luz los nombres de decenas de políticos, altos jefes militares y empresas que durante años sostuvieron relaciones con las fuerzas de ultra derecha.Mancuso no sólo mencionó a personas que ya están fuera de la vida pública sino también al actual vicepresidente, Francisco Santos, y al ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, quienes se apresuraron a desmentirlo.Pero antes de las confesiones del connotado delincuente, el escándalo por los vínculos entre política y paramilitarismo se vio avivado por las órdenes de captura lanzadas por la Corte Suprema y la Fiscalía general, contra una veintena de personalidades políticas, entre ellas cinco congresistas.Por si fuera poco, se destapó otro escándalo paralelo, al quedar al descubierto que durante dos años, el departamento de Inteligencia de la Policía Nacional se dedicó a monitorear los teléfonos de decenas de figuras del gobierno, de la oposición, periodistas y empresarios.La conmoción fue tal que implicó la renuncia de los jefes de la Policía Nacional y de su departamento de Inteligencia, la inmediata designación en el cargo del General Oscar Naranjo y, como consecuencia, el pase a retiro de una decena de altos oficiales.Lo más preocupante para los colombianos es que la limpieza en la cúpula policial no significó que se aclarara lo esencial: quién y por qué ordenó las interceptaciones telefónicas, lo que tiende un velo de duda que llega a las más altas esferas del gobierno.
Fuente: lapatriaenlinea.com
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